Como en todos los revestimientos que se utilizan en la construcción, es importantísimo tener en cuenta las medidas que se deben adoptar para no tener problemas en los puntos singulares que se presentan en todas las fachadas.
En ocasiones, el ritmo frenético de las obras (cuando las había) y sobre todo los destajos (malditos destajos) hacen que no se tenga en cuenta la correcta ejecución de estos puntos, pues normalmente implican la dedicación de mayor cantidad de tiempo durante el cual no se están “produciendo” metros. Esta circunstancia ha sido la causante de gran cantidad de patologías y lesiones en fachadas ejecutadas con mortero monocapa.
El más evidente de los puntos singulares es el que se produce en las juntas estructurales. Es evidente que el revestimiento monocapa debe interrumpirse en éstos puntos, de manera que los movimientos que éstas juntas absorben no se transmitan a la superficie del revestimiento.
Otro tipo de juntas menos evidentes, pero no por ello más importantes son las juntas de trabajo. Éste tipo de juntas nos ayuda a organizar los paños de la fachada sobre la que vamos a trabajar, de manera que además de cumplir una función de absorción de esfuerzos de retracción propios del revestimiento, nos sirven para marcar los necesarios cortes y paradas durante la ejecución de los trabajos.
Las distancias entre distintas juntas de trabajo es recomendable que no supere los 2’5 m en vertical y los 7 m en horizontal, lo que nos permite organizar por ejemplo las distintas alturas de andamio o la cantidad de metros que se pueden ejecutar en una jornada normal.
La ejecución de estas juntas se realiza mediante la colocación de junquillos clavados al soporte, de manera que al endurecer la masa y retirar los junquillos se crea un vacío longitudinal que marca la junta.
Otro punto singular a tener en cuenta es el encuentro de diferentes materiales de soporte. Bien es sabido que el comportamiento higrotérmico de cada material es siempre diferente al de otros materiales, lo que hace que los cambios de temperatura o de humedad provoquen movimientos en el propio material que serán diferentes en los materiales adyacentes.
Esta diferencia de movimiento entre un material y otro en un mismo punto puede provocar que el revestimiento monocapa marque la junta entre ambos, mostrando una fisura superficial consecuencia del movimiento.
Para evitar esa fisuración en los revestimientos exteriores es necesario marcar la junta, de manera que rompa por donde queremos y además quede prácticamente oculta o bien puentear la unión armando ambos lados de la misma mediante la colocación de mallas que absorban las tracciones que provocan la fisuración.
Las mallas están fabricadas con fibra de vidrio resistente a los álcalis del cemento (importante esta condición) o bien de poliéster. Se colocan centradas en el espesor del revestimiento, algo que pocas veces (por no decir ninguna) he visto ejecutado de manera correcta, ya que los operarios que he “sufrido” suelen dejar primero la malla clavada al soporte y a continuación ejecutan en revestimiento, lo que hace que la malla quede demasiado profunda y pierda gran parte de su efectividad.
Como norma general para resolver encuentros entre diferentes materiales podemos considerar que los apoyos de un material sobre otro rígido, es decir sin movimiento ni flecha previsible, se pueden resolver mediante la colocación de la malla, mientras que las juntas en las que se prevea movimiento es preferible solucionarlas marcando la junta mediante junquillos, como puede ser el caso de apoyo de materiales sobre un forjado, dinteles, antepechos, etcétera.
Los puntos de concentración de tensiones, como pueden ser las esquinas de los huecos de la fachada, deben ser también reforzadas con la colocación de mallas del tipo comentado, aunque en esta ocasión es necesario girar la cuadrícula de la malla 45º, de manera que las fibras de la malla queden perpendiculares a las tensiones que se pretenden absorber y evitar así la probable fisuración.
En estas zonas es previsible la aparición de fisuras que parten en diagonal desde la esquina del hueco, por lo que la malla debe quedar colocada de manera que sus hilos absorban las tracciones que provocarían dicha fisura, evitándola por tanto.
Por último, cabe destacar la ejecución de aristas como punto singular, como pueden ser las que aparecen en esquinas, jambas de puertas y ventanas, dinteles, etcétera.
Para la ejecución de éste encuentro es muy conveniente la utilización de guardavivos o cantoneras de plástico, las cuales se encargarán de evitar que la esquina sufra roturas y además facilita la ejecución de éstos puntos.
Para la correcta colocación de estas piezas es necesario tender un cordón de mortero para recibir la cantonera, asegurándose de que la parte de atrás de la misma queda totalmente rellena, ya que de lo contrario estaríamos creando un punto débil, un hueco en la esquina que no tardaría en romper y desprenderse.
Una vez endurecido el mortero monocapa utilizado para fijar el guardavivo, se procede a ejecutar los paños adyacentes a la esquina de manera que se aproveche el borde de la cantonera como referencia y apoyo del plano que estamos ejecutando, por lo que se debe tener en cuenta el espesor del monocapa a la hora de colocar el guardavivo.
Hasta aquí os dejo las Recomendaciones de Ejecución de Fachadas con Mortero Monocapa. Como siempre digo, no he tratado de redactar unas instrucciones universales para la ejecución de éste tipo de revestimientos, sino un breve resumen de las condiciones que considero más importantes, así que, en cualquier caso, lo mejor es pedir las condiciones técnicas y de aplicación del producto al fabricante, ya que puede que las condiciones varíen ligeramente entre unos fabricantes u otros.